Domingo previo a la navidad. La niña Nela está contenta: a su abuelo siempre le toca pasar con ellos el invierno. Además esta mañana, a cuenta de la lotería, se quedarán en casa escuchando la radio y mirando los décimos. Como él estará más distraído en sus rutinas ella podrá observar su ritual de afeitado sin que le cierren la puerta en las narices.
Su abuelo es un hombre tranquilo y cariñoso que se repasa el poco pelo que le queda con un cortador manual de cabello con forma de coordillera para hormigas. La niña Nela escuchó que es ¿rojo? y en el colegio las monjas dicen que esos van al infierno, por lo menos...por eso ella ha de quererle el triple con el fin de compensar tal despropósito.
La Nela adulta escucha la loteria un domingo de desayuno en el café, agarrando el recuerdo de su niñez con la tripa. Piensa, mirando a la televisión de plasma, en lo que su abuelo pasó y silenció por causa de esa guerra tan calladamente cercana. Fantasea sobre su familia perdida en el cerco de Madrid, recuerda su pasión por la política ocultada en casa de derechas ajena. Entonces le vienen a la mente Galladón y sus secuaces y pide perdón avergonzado a su abuelo por todos los abuelos del mundo que se sentaron con sus nietas a soñar que serían ricos en democracia mientras se repasaban las patillas con un cortador de pelo manual en forma de coordillera para hormigas.
A mi Quintín querido..
Nela Escribano Diciembre 2013
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